Pude complementar mi praxis con un pensamiento sistémico adaptado a las necesidades cambiantes del ser humano

«Con el tiempo, los conocimientos adquiridos que no se usan se van apagando en la memoria»

Gracias a una beca otorgada por la Universidad Centro Panamericano de Estudios Superiores (Unicepes) de México y el Fondo Verde del Perú, en reconocimiento a su labor como divulgadora del quehacer ambiental de la Red Iberoamericana de Medio Ambiente (Reima), Nayrí Ada Redonet Gómez acaba de lograr su certificación PMA.

De niña, Nayrí quería ser arqueóloga «para explorar mundos desconocidos y unir historias». Llegado el momento de escoger una carrera, todos sus profesores la alentaban a optar por la rama del conocimiento que cada cual impartía, se tratara de matemática, geografía, historia, física o química. Sin embargo, finalmente «triunfó» su pasión por la naturaleza: «Estudié licenciatura en Geografía —explica Redonet Gómez—, comenzando mi aventura por el mundo real de las cuevas, los ríos y las montañas».

Aquella decisión adoptada en su juventud no solo le permitió a Nayrí saciar su «inquieto» deseo de despertar en sus alumnos «el amor por el medioambiente y su protección», sino también gozar de grandes momentos con ellos, como cuando ganaron concursos en encuentros de conocimientos o le proporcionaron ideas nuevas para sus trabajos futuros.

Redonet Gómez (PMANRG007921) es licenciada en Geografía (1990) por la Universidad Rafael María de Mendive y magíster en Gestión Ambiental por la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca (2015). En la actualidad, se desempeña como investigadora agregada en la Dirección de Servicios y Formación Ambiental del Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales ECOVIDA, dependiente de la delegación territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) en la provincia de Pinar del Río, la más occidental de la República de Cuba.

Entre sus funciones en el ECOVIDA, donde revista desde el año 2007, se encuentran el monitoreo de variables ambientales; la realización de evaluaciones de impacto ambiental; el diseño de sistemas de gestión ambiental; la participación en proyectos de investigación sobre el manejo de áreas protegidas; la preparación, diseño e implementación de sistemas de capacitación y educación ambientales, y la elaboración de estrategias para el uso sostenible de los recursos naturales y el desarrollo de asentamientos humanos.

A pesar de tener que lidiar con las dificultades que el acceso a la Red plantea en su país, donde la conexión a internet «no solo resulta costosa, sino que posee gran inestabilidad», a Redonet Gómez el proceso de certificación como PMA le ha parecido, a la vez, «extraordinario e interesante»: «Me he sentido como transitando por un laberinto en el que a cada paso encontraba un obstáculo», cuenta Nayrí, quien debió «buscar rápidas soluciones» para sortear cada uno de ellos.

«Muchas veces, la experiencia profesional no bastaba —agrega Nayrí—, pues con el tiempo, los conocimientos adquiridos que no se usan se van apagando en la memoria». Otro de los aspectos salientes que destaca es la metodología de interacción profesor-alumno y alumno-alumno desarrollada en el Perú por el Instituto Tecnológico del Medio Ambiente, «creando un espacio virtual de confianza basado en el respeto al criterio ajeno y en la búsqueda constante de la superación».

En su tesis de maestría sobre estrategias de educación ambiental para los pobladores de una comunidad costera de su región, Nayrí se refiere a esa disciplina como «conocimiento para la acción».

—¿Podrías explicarnos brevemente ese concepto? —le preguntamos.
La educación ambiental es para todos los seres humanos —respondió la nueva PMA.
Y concluyó: «Podemos adoptar una actitud pasiva, una actitud destructiva o una actitud activa. Pero la educación ambiental se convierte en acción, puesto que entre sus impactos formativos verdaderos está lograr personas comprometidas que, a partir de sus experiencias, contribuyan al manejo adecuado del ambiente».